
Pedro Della Gaspera, referente en horticultura y mejoramiento genético, repasa su trayectoria en el Valle de Uco, el rol del INTA y la evolución de cultivos como ajo, tomate, zanahoria y zapallo.
Hay voces que, más que testimoniar, cuentan historias de décadas de siembra, investigación y acompañamiento al productor. Una de ellas es la de Pedro Della Gaspera, ingeniero agrónomo del INTA La Consulta, especializado en horticultura y mejoramiento genético de zapallo. Con más de 30 años de trayectoria, Della Gaspera dialogó con Portal Agropecuario desde el Valle de Uco y dejó una fotografía precisa del presente productivo en la región.
“Empecé en 1988, primero con zanahoria, melón, zapallo… y me quedé con las cucurbitáceas, sobre todo el zapallo. Hoy ya estoy cerca de jubilarme, pero seguimos sembrando conocimiento”, cuenta.
Valle de Uco, tierra fértil y desafiante
El Valle de Uco concentra buena parte de la horticultura mendocina bajo riego: ajo, zanahoria, zapallo y tomate son sus cultivos emblema. “No todas las hortalizas prosperan por igual. La primicia, por ejemplo, nos juega en contra frente a zonas del norte. Pero el ajo es nuestra bandera: 18 mil hectáreas, con Brasil como principal destino”.
La región también muestra contrastes. “La fruticultura cayó: manzanas, peras y duraznos cedieron terreno. El durazno para industria resiste en la zona orillera, pero con riesgos altos por heladas. Y la manzana no logra competir con Río Negro ni con los cambios varietales de Brasil”.
El tomate, una lección de organización
Della Gaspera explica que el tomate mendocino para industria se sostiene gracias a estructuras como Tomate 2000, que integran productores, industrias y asesores del INTA. “Los que quedaron fuera del programa este año no pudieron colocar su cosecha. Hubo sobreoferta, y muchos tuvieron que pasar la rastra. Los chicos, como siempre, son los más perjudicados”.
Zanahoria: concentración y calidad importada
La producción de zanahoria también mutó. “Hoy dominan los grandes productores. Ya no se usan las variedades locales: el mercado demanda híbridos tipo Nantesa, más tiernos y dulces, pero con semillas muy caras, casi inaccesibles para los pequeños”.
Zapallo: sabor, genética y estrategia
El cultivo estrella de Della Gaspera es, sin dudas, el zapallo. Desde 1991, con la variedad Coquena INTA, se abrió una línea genética que sirvió de base incluso para híbridos internacionales. “Es barato, sí, pero no simple. Requiere conservación adecuada, sobre todo porque el frío lo daña. Lo ideal es enterrarlo, y saber cuándo vender: el mercado cambia cuando entra el zapallo del norte”.
Y aclara una duda común: “No todos los zapallos son iguales. El Coquena tiene la mejor pulpa. Es dulce, equilibrado, y se llegó a pagar 30% más en el Mercado Central. También trabajamos el tipo Delicioso, más sabroso aún, aunque con menor rendimiento”.
Mejorar una variedad, un trabajo de años
Crear una nueva variedad lleva entre 8 y 12 años. “Buscamos rendimiento, homogeneidad, color atractivo, sabor. Hoy tenemos seis nuevas listas para inscribir. Por suerte, ya está trabajando un doctor joven que va a continuar con todo esto”, celebra.
El rol del INTA
Della Gaspera reivindica el modelo de investigación pública: “Para el pequeño productor, el INTA trabaja gratis. Con empresas grandes, se firman convenios tecnológicos. Pero siempre volvemos al territorio. Y eso hoy está en riesgo”.
Cierra con gratitud, pero también con un llamado de atención: “Los técnicos del INTA hacemos ciencia con los pies en la tierra. Y necesitamos que la institución siga existiendo. Porque es una necesidad para los productores, no una burocracia más”.
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