
En dos años, más de mil establecimientos cerraron sus puertas y la actividad enfrenta concentración, problemas estructurales y un techo en los precios internos.
La foto es preocupante y la película no mejora demasiado. Según datos del Senasa difundidos por el OCLA, en 2024 desaparecieron poco más de 1.000 tambos en la Argentina. El fenómeno, que comenzó en 2023 con una liquidación de vientres muy por encima de los niveles habituales, refleja un proceso de ajuste que golpea a toda la cadena láctea.
El Lic. en Economía y consultor Nicolás Torre , explica que una actividad estabilizada envía a faena unas 970.000 cabezas por año, de las cuales unas 550.000 son hembras. Pero en 2023 se faenaron 100.000 hembras más que en los dos años previos. “Fue la consecuencia directa del desbarajuste de precios y de la relación insumo-producto que se vivió en 2023, lo que llevó a muchas familias tamberas a abandonar la actividad”, señala.
En 2024, el precio pagado al productor pasó de $100 a cerca de $500 por litro de leche cruda, y la rentabilidad mejoró. Sin embargo, el 80% de la leche procesada se consume en el mercado interno, y los precios en góndola parecen haber tocado un “techo de cristal” que limita nuevas subas.
Torre advierte que la industria también sufre: “Muchas plantas no pudieron dar un salto tecnológico en los últimos 15 años y quedaron rezagadas frente a modelos productivos más eficientes”. Algunas, en cambio, modernizaron procesos y hoy compiten en Brasil y Chile sin problemas, demostrando que hay espacio para crecer si se invierte en tecnología.
Para el consultor, el problema de fondo es estructural: Argentina exporta solo el 20% de su producción láctea, lo que deja a toda la cadena atada a la demanda interna y vulnerable a las crisis macroeconómicas. “Cada devaluación fuerte implica entre seis y doce meses para recuperar ingresos en dólares. Si no aumentamos la producción y exportamos al menos la mitad, como Uruguay, vamos a seguir sufriendo estos golpes”, advierte.
A ello se suman falencias básicas: caminos rurales deteriorados, ausencia de pago diferencial por calidad y falta de una política de Estado específica. En materia de comercio exterior, Torre apunta que Argentina pierde oportunidades por no contar con acuerdos arancelarios como los que tiene Nueva Zelanda con China, que le permiten colocar grandes volúmenes de leche en polvo con beneficios impositivos.
Pese a la caída de tambos, la mejora en el valor de la carne proveniente de vacas lecheras permitió que en 2024, con 12% menos de volumen faenado, la cadena generara un 28% más de ingresos en dólares que en 2023. Pero para que la tendencia se consolide, sostiene Torre, “los que quedan deben afinar costos y adaptarse rápido a cada coyuntura. La competitividad será la llave para sobrevivir”.
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