Facundo Díaz y un legado que sigue vivo: la pasión ovina que rejuveneció a su padre

En Bovril, Entre Ríos, una familia ganadera pequeña apostó a los ovinos hampshire down y encontró en la crianza no solo premios, sino también un motor de vida para un padre de78 años

En el norte de Entre Ríos, más precisamente en la localidad de Bovril, Departamento La Paz, donde el monte todavía marca el paisaje y las tradiciones ganaderas se transmiten de generación en generación, Facundo Díaz decidió dar un paso distinto junto a Julián , su padre, un hombre que a los 80 años volvió a encender sus ilusiones en la cabaña ovina.

“Somos ganaderos natos, de bovinos, de ovinos y también de caballares. Empezamos por herencia, como una pequeña empresa familiar que viene de mis abuelos. Y hoy, con mi padre, estamos forjando un nuevo emprendimiento: la cabaña Rincón de los Aromos”, cuenta Facundo.

El inicio de una apuesta distinta

Acostumbrados a la cría bovina, la familia encontró en los ovinos un nuevo horizonte. Primero como sustento de estancia, y luego con la llegada de razas carniceras como el Hampshire Down, advirtieron rápidamente la diferencia en calidad y rendimiento. Fue entonces cuando decidieron no solo criar, sino también producir animales puros.

Con una base de apenas 40 madres, incorporaron genética local e importada, y este año dieron un paso decisivo: participaron por primera vez en la Exposición Rural de Federal. El resultado fue alentador: Gran Campeón Macho cuatro dientes Puro de Pedigree y Reservado Gran Campeón en Puro Controlado.

“Ver la cara de felicidad de mi padre aquel fin de semana fue lo más gratificante. Ganar premios emociona, pero lo que realmente me llena es verlo entusiasmado otra vez, disfrutando de cada detalle del trabajo diario”, asegura Facundo.

Un padre siempre presente

Aunque la entrevista transcurre con Facundo, en cada frase su padre aparece como coprotagonista. Es él quien vive en la cabaña, quien se encarga de pesar, identificar y alimentar a los corderos, quien observa si maman o no, y quien controla cada detalle del manejo diario.

“El verdadero cabañero es mi padre. Yo soy acompañante. Él está en todo, todos los días. El premio grande lo tiene él y su equipo”, reconoce Facundo.

La emoción lo delata cuando confiesa que esta apuesta ovina “le devolvió años de vida” a su padre. “Volvió a sentirse productivo, volvió a vivir a través de la cabaña. Y eso es un motor enorme para todos nosotros”.

La carne ovina, un desafío de mercado

Más allá de la pasión familiar, Facundo también proyecta hacia el futuro: “Estoy convencido de que la carne ovina va a ganar espacio en la góndola, como lo hicieron antes el cerdo y el pollo. Falta promoción, recetas y gastronomía que la pongan en valor. La Asociación de Criadores está haciendo un gran trabajo en ese sentido. El Hampshire Down, por su calidad carnicera, puede marcar la diferencia en poco tiempo”.

Describe con precisión lo que lo enamora de esta raza: rusticidad, alta prolificidad, rápido crecimiento y una carne con infiltración grasa única. “Un cordero de tres meses y medio, al pie de la madre, ya da entre 12 y 15 kilos de carne de excelente calidad”.

Familia y tradición

Facundo es el menor de tres hermanos. Mientras sus hermanas siguieron caminos profesionales fuera del campo, él eligió acompañar a su padre en la administración agropecuaria. Está casado, tiene cuatro hijos —tres varones y una mujer— y ya disfruta de una nieta.

Su padre, además, suma 9 nietos y una bisnieta. Una descendencia amplia que asegura la continuidad de una familia ganadera entrerriana.

“El sueño de mi padre es ver una Argentina consolidada en su cultura, en su economía y en su producción. Ese es el rumbo que él quiere dejar como legado a las próximas generaciones”, resume Facundo.

Y mientras tanto, el trabajo diario en Bovril, los premios obtenidos y la ilusión renovada mantienen viva esa pasión por la ganadería ovina que une a un hombre de 78 años con su hijo y con toda una familia que apuesta al futuro.