
Honestidad, trabajo y una vida entera dedicada a contar el pulso de la ganadería argentina
En 1975, buscaba un segundo trabajo para llegar a fin de mes. No sabía casi nada de vacas y mucho menos de mercados ganaderos. Pero el 26 de noviembre de ese año, Alfredo Guarino cruzó por primera vez los portones del Mercado de Liniers y encontró, casi sin proponérselo, la vida que lo acompañaría durante medio siglo y que hoy continúa desde los corrales del Mercado Agroganadero de Cañuelas.
Llegó porque otros no querían ir. Donde algunos veían barro y bosta, él vio una oportunidad. Fue el único periodista que quiso cubrir los remates en el principal mercado del país y, con una libreta en el bolsillo, aprendió el oficio desde adentro: los corrales, los precios, los compradores, la palabra empeñada. “Yo me había puesto como meta informar lo mejor posible, pero con absoluto respeto. No había que mentir”, recuerda. Esa decisión temprana marcó todo lo que vino después.
Su constancia lo llevó rápidamente a los diarios más importantes del momento —Clarín, La Nación y La Prensa— con los reportes diarios del cierre de ventas. Después vinieron 23 informes radiales por día para emisoras del interior, Radio El Mundo en 1980 y Radio Rivadavia en 1985. Y más adelante, la televisión: primero Crónica TV y luego, el gran salto, Canal Rural en 1996. Allí, Guarino no solo encontró una pantalla: construyó un espacio propio en el que profesionalizó la información ganadera y la volvió cotidiana, accesible y precisa para miles de productores.
Luego vinieron los nuevos tiempos en el Mercado Agroganadero de Cañuelas , que reemplazó después de muchas idas y vueltas en la operatoria de hacienda , al Mercado de Liniers.
Hoy, Guarino Producciones —un equipo de más de veinte personas— sostiene con solvencia una maquinaria periodística que combina madrugadas en el mercado, móviles en todo el país y un ecosistema digital en crecimiento. “Mercadovision”, su programa insignia, se emite de lunes a sábado en la mañana de Canal Rural, conducido por Silvio Baiocco. En 2024, el ciclo alcanzó un hito histórico al recibir el Martín Fierro al Mejor Programa Rural. También “A Corral”, con Baiocco, suma presencia semanal y fue nominado en los Martín Fierro del Cable que serán entregados mañana. Son logros colectivos que hablan de un modo de trabajar: rigor, claridad y compromiso con la información agropecuaria.
En la empresa, además, están sus tres hijas —Mariana, Soledad y Candela— ocupando roles clave en la gestión, una presencia que, para Alfredo, tiene un peso especial. Él mismo lo dice sin rodeos: “El mayor orgullo lo tengo con mi familia, por lejos”.
A esa estructura se suman nuevas plataformas, como delsector en YouTube (@infodelsector) y @mercadovisiontv en Instagram, la cuenta del agro que más creció en 2023-2024 con informes diarios desde el Mercado Agroganadero, remates y actualidad ganadera. El oficio se reinventó, pero no cambió su esencia: decir la verdad, respetar al productor y sostener la palabra.
Cumplir 50 años en el mismo territorio —los corrales, la madrugada, la libreta, la voz al micrófono— es mucho más que acumular tiempo. Es sostener una manera de trabajar cuando la información se volvió instantánea, cuando las pantallas se multiplicaron y cuando la inmediatez parece imponerse sobre el rigor. Guarino no siguió modas; mantuvo un estilo. Por eso es, más que un periodista, un referente que atravesó generaciones.
En un país donde todo cambia demasiado rápido, Alfredo Guarino ofrece algo extraño y valioso: continuidad. Medio siglo sin intermitencias, sin improvisación y sin perder de vista lo esencial. Su legado no está solo en los programas, en los Martín Fierro o en el crecimiento digital, sino en la forma de ejercer el oficio. En esa mezcla de respeto, trabajo y palabra empeñada que, para él, sigue siendo una brújula.
La nota que se escribe hoy no busca mitificar ni exagerar. Apenas retrata lo que cualquiera que haya visto, escuchado o seguido a Guarino ya sabe: que construyó una carrera desde abajo, que nunca se apartó de la honestidad, y que su sello —el del periodista que informa sin fallarle a su palabra— es cada vez más necesario en el periodismo argentino.
A quienes llegan hoy al mercado en Cañuelas , ya no con la libreta en la mano sino con elementos más modernos y los sueños recién empezados, su historia les deja un mensaje simple y profundo: en este oficio, la palabra es la vida. Todo lo demás viene después.

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