31 de octubre de 2025

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Del problema ambiental a la oportunidad de negocio : Cómo los residuos orgánicos están cambiando la economía del agro argentino

Durante décadas, palabras como estiércol, purines o vinazas eran sinónimo de problemas. Los productores agropecuarios debían convivir con olores, napas contaminadas, altos costos de transporte y crecientes exigencias regulatorias. Pero eso está cambiando: lo que antes se consideraba un desecho hoy se reconoce como un recurso estratégico.

En el centro de esta transformación se encuentra Industrias Montecor, una empresa argentina que decidió desafiar la lógica tradicional y demostrar que los residuos pueden ser la clave de la competitividad futura del agro nacional.

Del costo al recurso: el nuevo paradigma

El agro está viviendo una verdadera revolución silenciosa. Gracias al avance de las tecnologías, a regulaciones ambientales más exigentes y a mercados internacionales que valoran la sustentabilidad, los residuos orgánicos se convirtieron en una fuente de valor.

Hoy pueden transformarse en:

  • Biogás, que reemplaza combustibles fósiles y reduce la huella de carbono.
  • Biofertilizantes líquidos y sólidos, que sustituyen insumos minerales importados.
  • Compost de alta calidad, que mejora la estructura y fertilidad de los suelos.
  • Energía eléctrica y térmica, que aporta autonomía a los establecimientos productivos.

El cambio no es solo ambiental. Es también económico y estratégico: lo que antes representaba un costo se transforma en un recurso que genera ahorros, ingresos y reputación.

Casos concretos en el agro argentino

Ejemplos de esta transformación ya se ven en todo el país:

  • Granjas porcinas, donde los purines antes eran un problema y hoy se aprovechan en biodigestores para producir biogás y fertilizantes líquidos.
  • Feedlots bovinos, que separan los sólidos y líquidos para obtener compost y reducir la contaminación.
  • Agroindustrias, que transforman los orujos de la vitivinicultura, las vinazas del azúcar o los descartes frutihortícolas en energía limpia y bioinsumos.

Estos casos muestran que la economía circular ya no es un concepto abstracto, sino una realidad concreta que impulsa al campo argentino hacia una nueva era de sustentabilidad.

Innovación y tecnología al servicio del productor

Montecor trabaja para acompañar este cambio con tecnología de punta. Desde sistemas de separación sólido-líquido hasta biodigestores inteligentes con sensores IoT, la empresa busca simplificar la gestión de residuos y maximizar los beneficios para los productores.

“Queremos que cada productor vea en sus residuos una oportunidad. La tecnología está disponible, lo que falta es dar el paso cultural hacia la valorización de lo que antes se desechaba”, afirma Gastón Borgiani, titular de Industrias Montecor.

Argentina cuenta con una ventaja competitiva natural: la abundancia de biomasa residual en todas sus regiones productivas. Desde la Pampa Húmeda hasta el NOA, Cuyo o la Patagonia, existen corrientes de residuos que pueden convertirse en energía y fertilidad.

Además, los mercados internacionales, como la Unión Europea, ya exigen certificaciones ambientales y reducciones de huella de carbono. En ese contexto, la bioeconomía circular no es solo una opción: es una condición para competir.

Impacto social y comunitario

El beneficio no se limita al plano económico o ambiental. La transformación de residuos en recursos tiene un impacto directo en las comunidades rurales: menos olores, menos contaminación de napas y cursos de agua, más empleo local y más energía limpia. Un modelo que fortalece el vínculo entre productores y sociedad.

La historia de Montecor no es solo la de una empresa innovadora. Es la historia de un cambio cultural profundo que atraviesa al agro argentino y redefine su relación con el ambiente y la tecnología.