
Por Leo De Benedictis, Meteorólogo de AZ Group
En el reciente análisis climático, se han presentado tanto noticias alentadoras como preocupaciones para el campo argentino. Según De Benedictis, los últimos días han traído buenas noticias, ya que gran parte del país ha recibido precipitaciones, algo que no sucedía desde hace meses en algunas regiones clave.
Retorno de las lluvias
En este contexto, destaca el regreso de lluvias significativas en áreas de Córdoba, San Luis y sectores de La Pampa, donde hacía más de siete meses que no llovía. Regiones como Santa Fe también han registrado algunas precipitaciones intermedias, lo cual marca un cambio positivo tras una sequía prolongada. Este retorno de lluvias se ha concentrado en los últimos 10 a 12 días, principalmente desde el 5 o 6 de octubre, después de un inicio de mes seco.
Perspectivas a corto plazo
El pronóstico a corto plazo sigue siendo positivo. Para la próxima semana, se anticipa un nuevo pulso de lluvias que cubrirá gran parte del centro y norte del país, especialmente el martes y miércoles. Se espera que Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y el noreste del país sean las regiones más beneficiadas, con posibilidad de precipitaciones en provincias como Formosa, Corrientes y Santiago del Estero. Sin embargo, Buenos Aires podría quedar nuevamente con menores acumulados de agua, lo cual sigue siendo un desafío para los productores de la región.
Temperaturas más estables
Otro aspecto alentador es la estabilidad de las temperaturas, lo cual reduce el riesgo de heladas tardías. La oscilación térmica ha disminuido, lo que ayuda a mantener condiciones más favorables para los cultivos en esta etapa crítica del año. La ausencia de descensos bruscos de temperatura permite que el crecimiento de las plantas sea más sostenido y sin el temor a daños por heladas inesperadas.
El desafío de «La Niña» en el horizonte
Pese a las buenas noticias recientes, el panorama a mediano y largo plazo sigue mostrando complicaciones debido a la posible persistencia del fenómeno de «La Niña». Aunque se prevé que sea de corta duración y de débil intensidad, su presencia podría impactar en los meses de diciembre, enero y febrero, disminuyendo las probabilidades de precipitaciones abundantes y aumentando los riesgos de olas de calor. Esto podría afectar no solo la disponibilidad de agua, sino también la estabilidad térmica, factores críticos para el desarrollo de los cultivos.
La presencia de «La Niña» significa que las lluvias seguirán siendo acotadas, lo cual implica niveles de humedad en el suelo insuficientes para enfrentar de manera óptima los meses más calurosos del verano. Aunque no se espera un impacto extremadamente negativo, la tendencia actual sugiere un escenario de cierta complejidad para el agro argentino.
Diferencias entre “El Niño” y “La Niña”
El meteorólogo aclara que, si el país estuviera experimentando un año de «El Niño», la recuperación de la humedad en los suelos sería mucho más evidente. En cambio, con «La Niña», la falta de lluvias generalizadas pone en riesgo la campaña agrícola, especialmente en el verano. Esto no significa que la situación sea completamente negativa, pero sí se deben tomar precauciones adicionales para proteger los cultivos durante los meses críticos de fines de diciembre, enero y febrero, donde el fenómeno podría mostrar su mayor intensidad.
La importancia de las lluvias de octubre y noviembre
De Benedictis destaca que las lluvias actuales y las que podrían llegar en noviembre son cruciales para acumular reservas de humedad en el suelo. Estas reservas serán esenciales para enfrentar los desafíos del verano, cuando las precipitaciones suelen ser más erráticas y la demanda hídrica es mayor. La estrategia será maximizar la captación de agua disponible en el suelo para tener una herramienta adicional que permita resistir las condiciones más adversas de pleno enero y febrero.
Conclusión: Un equilibrio entre esperanza y cautela
En resumen, el clima en Argentina presenta un escenario mixto de expectativas. Si bien las lluvias recientes y las previsiones a corto plazo brindan un alivio necesario, la posible influencia de «La Niña» obliga a los productores a estar atentos y preparados para condiciones menos favorables durante el verano. La clave estará en aprovechar al máximo las lluvias actuales y próximas, así como en gestionar eficientemente los recursos de agua almacenados en el suelo para enfrentar los meses críticos que se avecinan.