
Productores, investigadores y representantes de instituciones santacruceñas participaron de un encuentro que buscó abordar el conflicto por la sobrepoblación de guanacos desde una mirada plural, técnica y responsable.
En la localidad de Puerto San Julián, Santa Cruz, se realizó una mesa de diálogo que reunió a representantes del sector agropecuario, científicos del INTA, académicos, autoridades locales y productores con un objetivo común: debatir el presente y futuro de la producción ovina frente al crecimiento poblacional del guanaco.
La actividad fue presentada como parte del ciclo «Pensamos el Futuro», bajo la consigna de construir consensos y diagnósticos compartidos desde distintas miradas: la del productor, el investigador, el ambientalista y el gestor público.
«El problema no es el guanaco, es la cantidad», advirtió con firmeza Enrique Jiménez, presidente de la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz (FIAS). La frase resonó como un denominador común a lo largo del encuentro. Junto a él, Erwin Anderson, titular de la Asociación Rural de Puerto San Julián, remarcó que «el descontrol en la población de guanacos genera una competencia directa con la producción ovina», afectando la rentabilidad y el arraigo rural.
Ambos dirigentes coincidieron en que la sobrecarga de herbívoros en los campos está provocando despoblamiento, desertificación humana y una pérdida progresiva de la cultura productiva. Jiménez fue aún más allá al plantear que «la problemática pone en juego la soberanía territorial».
Desde el ámbito científico, Carla Cepeda y Gabriel Oliva, investigadores del INTA, compartieron avances técnicos y metodologías utilizadas en los estudios de capacidad de carga, disponibilidad forrajera y dinámica poblacional del guanaco. Cepeda, que lleva más de una década estudiando el tema, admitió que «los desacuerdos siguen existiendo», pero celebró que «hoy se discuten con datos, no con supuestos».
Entre los aportes, destacaron una serie de estudios con datos satelitales y evaluaciones de densidad poblacional en distintos establecimientos rurales, que buscan definir zonas de aprovechamiento y conservación. La investigadora reconoció que en algunas zonas los guanacos muestran patrones autoregulados, pero en otras superan la capacidad de carga.
Tanto desde el campo como desde la ciencia se manifestó la necesidad de construir una estrategia de manejo integrada, basada en información técnica, validación territorial y consensos institucionales.
«Tenemos que dejar de discutir desde los extremos y construir una visión para las próximas generaciones. Saber producir, conservar y convivir sin perder identidad ni futuro», sintetizó Jiménez hacia el final de la jornada.
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