
Productora agropecuaria de Bolívar, directora de la Asociación Argentina de Angus y referente de una generación de mujeres que se ganaron su lugar en la historia rural, Patricia Iglesias representa la continuidad, la lucha y el compromiso con la ganadería argentina.
El campo forma parte de su ADN. Patricia Iglesias no llegó a la ganadería por moda ni por oportunidad: nació en ella. “Mi historia arranca desde siempre, desde mis abuelos, mis padres, mi marido. El campo ha estado en mi vida desde que tengo uso de razón”, resume, con la voz pausada y firme de quien ha caminado cada palmo de tierra que trabaja.
Desde Bolívar, en el corazón productivo de la provincia de Buenos Aires, Iglesias es productora agropecuaria, dirige su cabaña con determinación y, desde hace algunos años, integra la Comisión Directiva de la Asociación Argentina de Angus, acompañando la gestión de Alfonso Bustillo. Pero su trayectoria excede los cargos: es parte de una generación de mujeres que se abrieron paso en un universo históricamente masculino. “Siempre estuvimos. Quizás al costado, quizás apoyando a los hombres. Pero hoy nos hemos ganado ese lugar y lo hicimos trabajando a la par”.
De la ruta al liderazgo institucional
No olvida los momentos difíciles. Recuerda con nitidez la crisis de la Resolución 125, aquel punto de quiebre entre el campo y el gobierno en 2008. “En la 125 éramos muchísimas mujeres en las rutas. Mujeres productoras que después quedamos solas al frente de nuestras empresas. En mi caso, mi marido falleció hace ocho años, y desde entonces estoy sola al frente de todo. Como muchas otras”.
Aquella coyuntura marcó un antes y un después no solo en la política agropecuaria, sino también en la visibilidad del rol femenino en el agro. “Las instituciones también empezaron a abrir sus puertas, nos dejaron participar más. Creo que entendieron que teníamos mucho para aportar”.
Un día con las vacas, los números y la pasión
El día a día de Patricia se reparte entre el trabajo de campo, la gestión administrativa y su rol institucional. “Vivo en Bolívar. Recorro el campo, estoy mucho con la vaca, programo la siembra, las tareas administrativas. Todo lo que hace una empresa agropecuaria. Es una rutina que mezcla lo productivo con lo administrativo”.
Aunque la vida le ha planteado desafíos personales, nunca perdió el eje. “Mi hija vive en Buenos Aires y yo estoy en el campo , pero el Angus para mí es una pasión. Estar en la institución es algo que elijo, no me pesa. Lo hago con gusto”.
Esa pasión se refleja también en su compromiso con la Asociación. “Trabajamos todos a la par, ad honorem. Nadie cobra por esto. Lo hacemos porque queremos que la raza siga creciendo, que la genética que vemos en las pistas se siga desarrollando. Todo lo que hay en las exposiciones es el fruto del trabajo de muchos años y muchas personas”.
Una raza, una identidad
Para Iglesias, el crecimiento de la raza Angus en los últimos años ha ido de la mano con un fortalecimiento institucional notable. “No siempre se da esa combinación. Acá crecieron la raza y también la Asociación. El federalismo fue clave. La posibilidad de armar regionales permitió que muchos se sumaran y se sintieran parte”.
La solidez genética del Angus argentino —hoy una de las razas líderes en carne de calidad a nivel global— es también resultado de esa construcción colectiva. “Este trabajo que vemos en la pista no es casual. Hay años de selección, de inversión, de esfuerzo. Y también de convicción”.
El legado y el futuro
La entrevista termina, como suele pasar, con una pregunta íntima: ¿con qué sueña una mujer que representa la sexta generación de productores en su familia?
“Mi sueño es que mi hija siga este camino. El campo está en la familia desde 1874. Ella es la sexta generación. Que continúe, que dentro de todas las crisis siga adelante y que el campo sea realmente reconocido por lo que es. Que no nos pongan tantas trabas”.
En esa respuesta se condensa una vida: la de una mujer que supo transformar el dolor en coraje, la historia en compromiso, y la pasión por una raza en una bandera de identidad. Patricia Iglesias no solo representa a las productoras rurales: representa también a un país que, pese a todo, sigue apostando a su tierra