
Con raíces vascas y un linaje ovino que se remonta a mediados del siglo XX, José María Larrea vuelve a criar Hampshire Down en Coronel Dorrego, impulsado por la memoria de su padre y una pasión que nunca se apagó.
En un rincón del partido de Coronel Dorrego, en la provincia de Buenos Aires, la historia vuelve a comenzar. José María Larrea, productor agropecuario de toda la vida, decidió retomar una tradición familiar que parecía haber quedado en el pasado: la crianza de ovinos de pedigree. Lo hace con una raza de prestigio cárnico, el Hampshire Down, y con una motivación profunda: rendir homenaje a sus abuelos inmigrantes y, especialmente, a su padre, quien este año hubiera cumplido 100 años.
«Este regreso tiene mucho de emoción y de sentido de pertenencia», afirma Larrea, que desde joven estuvo ligado al campo, primero desde la producción y luego desde la comercialización. “Mi familia fundó su cabaña en los años ‘40, con Angus y Corriedale, y alcanzó premios en Palermo y en exposiciones regionales. Yo era un adolescente cuando todavía criábamos Corriedale bajo el prefijo Vitícola”, recuerda.
Un origen marcado por la inmigración y la oveja
Todo comenzó cuando sus abuelos llegaron desde España y se establecieron en un paraje cercano a Bahía Blanca llamado La Vitícola. Allí iniciaron la producción ovina, que con el tiempo se trasladó a Coronel Dorrego. “Mi padre y mis tíos manejaban la cabaña, y con el tiempo llegaron a tener ejemplares de pedigree que se presentaron en las principales exposiciones del país”, cuenta.

En 1963, uno de esos animales fue consagrado Gran Campeón en Villa Bordeu. El trofeo, la fotografía y hasta la guarda de Argentina que portó el carnero aún están en manos de José María, como símbolo tangible de una pasión heredada.

De la consignación al regreso ovino
La muerte prematura de su padre, cuando él tenía apenas 18 años, lo obligó a postergar sus planes de estudiar veterinaria y hacerse cargo del hogar junto a su madre. Trabajó en una cooperativa agropecuaria y luego fundó su propia consignataria, sin alejarse nunca del sector. Pero la oveja seguía viva en su memoria.
“Era un sueño pendiente. Este año, en el centenario del nacimiento de mi padre, decidí cumplirlo”, asegura. Compró sus primeras ovejas Hampshire Down a la cabaña El Charabón y luego incorporó ejemplares de la cabaña de Rodrigo Lozada. Ya tiene 16 vientres y varios corderos nacidos, muchos de ellos mellizos, una de las virtudes productivas de esta raza.

Carne, no lana: la lógica de los tiempos
«Hoy la lana no vale, entonces hay que producir carne. Y dentro de las razas carniceras, el Hampshire Down es como el Angus entre los bovinos», explica Larrea con convicción. En su establecimiento, ubicado sobre la ruta 78, camino a Monte Hermoso, la oveja encuentra un ambiente ideal: pasturas naturales, siembras de avena y cebada, y la ventaja comparativa de requerir menos superficie por animal. “Donde vive una vaca, viven siete u ocho ovejas”, apunta.
Además de la producción ovina, José María mantiene una actividad ganadera con recría de bovinos y se dedica a la olivicultura, otro rubro en crecimiento en esa zona del sudoeste bonaerense.
El Destino: la cabaña renace con el nombre de siempre
La nueva cabaña llevará el nombre «El Destino», en homenaje a la que fundaron sus abuelos. “Mi mayor anhelo es volver a ver ese cartel en una exposición, como cuando lo llevaban mi abuela, mi padre y mis tíos”, confiesa. Si bien por ahora no planea competir con animales, sí espera asistir a la Exposición Rural de Palermo para reencontrarse con otros criadores y compartir experiencias.
“No quedaron muchas cabañas de Hampshire Down activas. La de mi familia desapareció como tantas otras. Pero yo quiero ser parte del renacimiento de esta raza, porque tiene mucho para aportar a la producción ovina argentina”, sostiene.
Un mensaje para quienes quieren empezar
Antes de despedirse, Larrea deja un mensaje claro: “A los productores que estén pensando en iniciarse en la actividad ovina, les digo que no teman por el valor de la lana. El futuro está en la carne, en producir kilos al destete, y el Hampshire Down permite justamente eso”.
Y concluye con gratitud: “Estoy acompañado por mi pareja, mis hijos y mis nietos. Este es un proyecto familiar, y un homenaje a quienes sembraron todo esto en mi vida. Lo hago por ellos, pero también por mí, porque era un sueño que necesitaba cumplir”.

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