La Rioja se prepara para la 51° edición de la Fiesta Nacional de La Chaya del 13 al 17 de febrero, con la presentación de importantes artistas nacionales, donde el espíritu festivo se apodera de cada noche en el Autódromo local. El Gobierno de la Provincia a través del Ministerio de Turismo y Culturas, trabaja en una detallada programación para revivir un año más esta celebración ancestral, donde los riojanos conjugan el antepasado originario y el legado diaguita por el éxito en la recolección de frutos, aquellos que la tierra sabiamente devolvió a manos del agricultor.
El gobernador Ricardo Quintela y el Ministro de Turismo y Culturas, Prof Gustavo Luna, presidieron la Presentación Oficial en el Paseo Cultural “Pedro Ignacio de Castro Barros”, junto al embajador cultural Sergio Galleguillo, autoridades provinciales e invitados especiales, recreando la esencia y significancia de esta Fiesta popular tan significativa para la provincia norteña.
La Chaya despierta la emoción de cada habitante cualquiera sea su residencia en tierra federal. Simbiosis del hombre y la naturaleza que por esos días dedica tributar homenaje a ese hecho ancestral, sumando el elixir del vino en ese entrevero de aromas de albahaca y harina en cada topamiento familiar, entre el Compadre y la Cuma entre vidalitas y coplas de carnaval.
La grilla de artistas de prestigio nacional e internacional, abre la primera noche con Jorge Rojas el próximo jueves 13 de Febrero; Abel Pintos (viernes 14), Soledad, Raly Barrionuevo y Dale Q´ Va (sábado 15), Luciano Pereyra (domingo 16) y el corolario del lunes 17 estará a cargo del embajador de la cultural, Sergio Galleguillo, cerrando la noche la banda de cumbia santafesina, Los Palmeras.
La Provincia de La Rioja vive su fiesta folklórica y popular más importante, durante el segundo mes del nuevo año. En los barrios, en los pueblos y en las calles se mezclan la harina, la albahaca y el vino para celebrar una tradición ancestral.
Historia de amor entre Chaya «Challai» y Pujlla
La historia relata que en valles y quebradas vivían los diaguitas. Cada año las tribus agradecían a la Pachamama (Madre Tierra, a la que también se llamaba Allpa Huama), las bondades recibidas y la fructífera cosecha, principalmente del algarrobo, el árbol más importante de la economía y la tradición diaguita.
Los estudiosos de estas leyendas coinciden en que en una de estas tribus vivía una bella joven llamada Challai (Chaya), que era tan hermosa que los diaguitas creían que era un homenaje vivo a la Madre Tierra.
Esta fiesta, como cualquier otra surgida de la tradición ancestral, tiene un origen y un significado muchas veces distintos, según quién relate esos hechos.
La hermosa Chaya se enamoró de un joven y rubio colono que pasaba junto a su familia por estos parajes. Otros aseguran que la bella joven se enamoró de Pujllay, una especie de semidios. De cualquier manera, el amor entre ellos no pudo concretarse: por no ser aceptada la niña por la familia del joven colono o por no ser correspondido el amor de Pujllay por Chaya.
La niña, desengañada, huye a las montañas y toda su tribu sale a buscarla desesperadamente. Cuando estaban a punto de encontrarla en una quebrada, Chaya se convirtió en nube y ascendió a los cerros y, cada año en febrero, vuelve convertida en rocío, para endulzar las flores del cardón, como una lágrima derramada por su amor perdido. Pujllay, con su corazón partido, se emborracha y cae en un fogón, donde muere.
Este amor frustrado da el nombre de Chaya a la fiesta que, año a año, los riojanos recuerdan bajo el aroma de la albahaca y deja como personaje principal a Pujllay, que en la actualidad se representa con un muñeco desgarbado (hecho de trapo o ropa en desuso que en ocasiones también le añaden pirotecnia), que preside la celebración, desde su desentierro al inicio de la Chaya hasta su entierro o quema, que marca el último día de la fiesta.
Otras voces sobre este antiguo festejo cuentan que La Chaya por antonomasia de la provincia de La Rioja, es la fiesta de los tres días», una gran fiesta de amistad y de alegría, de compartir y dejar a un lado todas las penas.
Al llegar a estas tierras, los españoles se encontraron con una fiesta singular de agua y danza que celebraban los diaguitas festejando la finalización de las cosechas, aunque en La Rioja de hoy esté muy ligada al Carnaval de febrero. Es entonces cuando se realiza el Festival Nacional de la Chaya, además de los típicos topamientos por los barrios, con agua, harina, albahaca, vino y vidalas para refrescar la amistad de todos.
Esta simbiosis entre la naturaleza y el hombre -en su esencia originaria- es nada más ni nada menos la celebración de reúne a familias íntegras alrededor de mesas servidas del tradicional asado y el buen vino, donde se olvidan las penas de un año pasado, y del sentido propio de ver a los seres queridos reunidos a celebrar UNA GRAN FIESTA DE AMISTAD.
El carnaval comenzó a celebrarse a partir del 1600, mezcla de legado español y el candombe bailado por los esclavos negros.